¿Qué sabemos de los avestruces?
Su nombre deriva del griego στρουθοκάμηλος, de στρουθιο gorrión y κάμηλος camello. Son las aves más grandes del mundo, hasta 3 metros de altura y 145 kilos de peso.
Se conservan cuatro especies que habitan zonas áridas o semiáridas del África subsahariana. En Asia y Arabia, fueron cazados hasta la extinción.
Son omnívors, de los vegetales pueden extraer el agua necesaria para sobrevivir en zonas desérticas, así mismo pueden comer serpientes o roedores.
No vuelan, pero corren hasta 60 km/h. Son agresivos y territoriales, sobre todo con sus crías. Ponen sus huevos en nidos comunitarios de hasta 60 unidades. Sus resistentes cáscaras protegen al embrión y lo alimentan durante la gestación. Con un espesor de unos 3 mm, llegan a pesar hasta 1,5 kilos y soportan un peso de setenta kilos. Nutricionalmente su contenido es similar a 24 huevos de gallina.
Las cáscaras de huevo de avestruz púnicas son unos de los objetos más genuinos que se pueden encontrar en este museo. Principio vital, elemento puente entre los vivos y los muertos, sus llamativas decoraciones en ocre rojo (con elementos vegetales o simbólicos) nos hablan del renacimiento tras la muerte.
En la península Ibérica y en las islas Baleares se han documentado más de 1000 ejemplares. La mayoría se localizan en las necrópolis de Villaricos (Almería) y del Puig des Molins (Ibiza). El resto provienen de las necrópolis de Laurita (Almuñecar), Carmona (Sevilla), La Joya (Huelva), El Jardín y Toscanos (Málaga) y la Abufereta (Alicante).
Los casi cien ejemplares de cáscaras de huevo de avestruz localizados en algo más de un siglo de excavaciones en el Puig des Molins, indican su importancia en el ritual funerario fenicio-púnico. De forma puntual, también se han recuperado en contextos funerarios rurales (Can Pere Català en Sant Joan de Labritja o Can Marines en Santa Eulària des Riu). Fuera de un contexto funerario también en Sa caleta, Ses Países de Cala d’Hort o Illa Plana.
El proyecto de investigación arqueológico llevado a cabo entre los años 2000 y 2005, puso de manifiesto la posibilidad de recuperar nuevas cáscaras de huevo de avestruz en la necrópolis.
La aplicación de sistemas de excavación con una metodología más precisa y la presencia de restauradores a pie de obra, permitió la recuperación de cáscaras de huevo de avestruz en condiciones de conservación muy comprometidas. La extracción en bloque, el fijado de pigmentos y su rápido tratamiento en el laboratorio ha permitido recuperar hasta cinco cáscaras completas e identificar varias más.
Encontrar criterios de restauración aplicables a las cáscaras de la colección que permitan, por un lado incidir en su conservación como por otro facilitar su interpretación por parte del visitante, ha sido un largo proceso que ha contado con la pericia y dedicación de restauradores de diversas especialidades.
En los últimos años el estudio e interés por las cáscaras de huevo de avestruz de la isla de Ibiza, no ha hecho más que aumentar, y la aplicación de nuevas técnicas de investigación y documentación gráfica han permitido localizar detalles que se habían pasado por alto.