Museo Monográfico del Puig des Molins
Historia
El Puig des Molins fue el cementerio de la ciudad de Ibiza durante toda la Antigüedad. Está situado a 500 m a poniente del Puig de Vila, donde está emplazada la ciudad desde su fundación en el siglo VII a.C.
La colina del Puig des Molins forma parte de un pequeño macizo montañoso, formando una pequeña carena con tres elevaciones. Recibe el nombre de Puig des Molins debido a la existencia de molinos de viento en su cima desde al menos el siglo XIV, hoy en desuso.
La parte baja de la ladera, fue el lugar que los fenicios, fundadores de la ciudad de Ibiza, a mediados del siglo VII a.C., eligieron como cementerio de sus difuntos. El cementerio inicial ocupaba unos 10000 m2 de extensión, desde ese momento y durante toda la Antigüedad, fue donde se emplazó la necrópolis urbana. Como es habitual en las ciudades fenicias, el espacio de los vivos y el de los muertos estaba próximo, aunque separados por un accidente geográfico, en nuestro caso una pequeña vaguada, formada por las actuales calles de Joan Xicó, Tanit y Joan Planells.
En época púnica, desde fines del siglo VI hasta mediados del siglo IV a.C., el cementerio experimentará un enorme crecimiento como consecuencia del desarrollo de la ciudad, llegando a superar las 5 Ha. Las sepulturas se distribuyen por toda la vertiente septentrional, desde la cima, que constituye el límite físico del antiguo cementerio, hasta el llano situado al pie, donde se instaló un conjunto de talleres artesanales que elaboraban cerámica y que, en época romana abandonada la actividad artesanal, se convirtió en la zona de expansión de la necrópolis a lo largo de la época imperial hasta la Antigüedad Tardía. En época romana (siglos I-V d.C.), el área cementerial se extiende hasta alcanzar la avenida España, e incluso la calle Aragón en los siglos de la Antigüedad Tardía (VI-VII d.C.).
Uno de los elementos más característicos de la necrópolis son los hipogeos, que constan de un pozo rectangular de acceso y de una cámara subterránea, generalmente de forma cuadrangular.
Muchos de sus pozos fueron utilizados por los campesinos, en época moderna y contemporánea, para plantar árboles frutales, sobretodo olivos, que actualmente confieren al lugar su característica fisonomía. Debido a la cobertura de sedimentos y vegetación, exteriormente sólo son visibles unos 350-400 hipogeos; sin embargo, a partir de los muestreos de densidad realizados en diversos sectores, el número real se estima en torno a los 3000, sin contar otros tipos de sepultura.
Actualmente, y debido a la interrupción de las labores agrícolas, toda la superficie del yacimiento se encuentra cubierta por una capa de sedimento y una espesa vegetación arbustiva silvestre, que ocultan la mayor parte de las sepulturas. Exceptuando la casa payesa de es Porxet, los únicos elementos en superficie sobrepuestos al yacimiento original son algunas paredes de piedra seca levantadas en el siglo XIX para hacer bancales de cultivo y desmontadas a principios del siglo XX, en el transcurso de las grandes campañas de excavaciones arqueológicas, y unos polvorines, una garita y algunos restos de escaleras, bancales y estructuras que perduran en el que fue sector militar.
El rápido crecimiento de la ciudad en los 60, 70 y primera mitad de los 80 del siglo XX, y la protección -aunque parcial e insuficiente- ejercida sobre el yacimiento, ha motivado que esta zona haya quedado como un área verde del ensanche urbano, libre de edificaciones.
Cabe señalar, que desde la Antigüedad hasta el siglo XX, muchos de los hipogeos fueron objeto de saqueo por parte de “ladrones de tumbas” y “buscadores de tesoros”, cuyo efecto más visible fue el de horadar las paredes laterales de muchas cámaras para poder pasar a las contiguas. Hoy en día este tipo de alteraciones, se consideran como testimonios de indudable valor histórico, que ilustran otras actividades humanas realizadas en el yacimiento.
En definitiva, hoy puede afirmarse que el Puig des Molins no solo es la necrópolis antigua más importante de la isla, sino también el lugar que ha proporcionado las series de materiales más numerosas y variadas, convirtiéndolo en el mayor yacimiento arqueológico de las Pitiusas y en hito fundamental para la investigación y reconstrucción de la historia de la ciudad y la isla durante la Antigüedad.
Por otra parte, las 5 ha. conservadas de superficie original, actualmente la convierten en la principal necrópolis púnica existente en el Mediterráneo. Por ello fue incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, “Ibiza Biodiversidad y Cultura” 1999.