Museo Dalt Vila
Historia del Museo y del Edificio
El edificio está compuesto por una serie de edificaciones de diferentes épocas que se han ido adaptando a lo largo del último siglo, hasta adoptar la forma que podemos contemplar hoy en día.
La Capilla del Salvador
Erigida por la cofradía de marineros, se trata de una construcción de planta rectangular, cubierta por una triple bóveda gótica de crucería con nervios de arenisca vista, cada una formada por aristas ojivales equiláteras con nervios moldurados como refuerzo de los aristones, decorada con claves de escudos heráldicos y un gran rosetón ojival, sobre la entrada del edificio. Está decorada con un pantocrátor tardo-gótico.
En el exterior, aún se observan las jambas de sillares y restos de un arco. La entrada actual, una puerta con jambas y dintel abujardados, se abre a la plaza de la Catedral. Su fachada exterior denota hasta tres momentos constructivos.
La capilla ya existía en 1364, aunque no se tiene constancia de que perteneciera al gremio de pescadores, ni de su ubicación exacta.
Durante las excavaciones de la Universidad de 1991 se pudo confirmar que la capilla actual no puede ser la misma que ya existía en el siglo XIV, o bien ésta se levantaba en otro lugar en torno al cementerio, o bien fue eliminada para levantar la que vemos hoy.
En 1702 la cofradía de San Salvador se unió a la de San Telmo. Por ello, el cuadro del Salvador de la capilla se bajó a la iglesia de San Telmo, pero siendo ésta pequeña se adquirieron terrenos para su ampliación, por lo que hubo de venderse la capilla a la Universidad. En 1708 se abrió la puerta de comunicación entre ambas salas y, también el balcón de la fachada norte; se tapió la primitiva puerta y se encalaron el rosetón, las aristas y las molduras de la bóveda.
En 1726, al promulgarse los decretos de Nueva Planta en la isla, la Universidad se convierte en Ayuntamiento. Poco más de un siglo después, dejan de utilizarse como sede municipal, al trasladarse esta al convento de los dominicos, que, con motivo de la desamortización de Mendizábal en 1838, había sido expropiado.
En 1907, tras su cesión a la S.A.E, la capilla se somete a una restauración. Según Pérez Cabrero, las obras recuperaron el rosetón y dos importantes conjuntos de material arqueológico. El primero, apareció en el interior de una cripta en el subsuelo de la Capilla, con gran cantidad de restos humanos, parte de un descendimiento de madera del siglo XIII; una imagen de Santa Lucía, escudillas de cerámica vidriada, y un conjunto de pergaminos y manuscritos de los siglos XV y XVI, con bulas e indulgencias in articulo mortis. El segundo consistió en un lote de cerámicas de fines del siglo XIV e inicios del XV, que servían para el relleno de la bóveda.
La antigua Universidad de Ibiza
La antigua Universidad de Ibiza fue la institución de gobierno y representación local de las islas de Ibiza y Formentera entre los siglos XIII y XVIII. Es un edificio de planta rectangular y techo plano, al que se accede desde la plaza de la Catedral. En la fachada que mira al puerto, destaca un ventanal de estilo gótico catalán, compuesto por tres arcos de medio punto sustentados sobre dos columnas altas y delgadas. Pueden observarse restos de aberturas condenadas a lo largo de la vida del edificio. En la fachada que da a la plaza, donde se hallaba el cementerio medieval, se abre un portal con arco de medio punto, que fue tapiado y desplazado por una nueva apertura, rectangular y coronada por un escudo fechado en 1503, hacia el norte. Esta también fue clausurada en los años setenta, para dar al Museo una entrada única por la Capilla.
La cubierta de techo, está decorada con un forjado de madera sustentado sobre vigas transversales decoradas con escudos policromados de la Corona de Aragón y de Ibiza. Las paredes están revocadas, salvo las jambas y el dintel de arenisca de la ventana.
En 1992, con motivo de la remodelación de las instalaciones, se realizó una excavación del subsuelo que constató la pervivencia de construcciones medievales bajo el edificio. Además de exhumar estructuras medievales, hoy a la vista del público, y un gran número de materiales, la excavación permitió documentar una larga secuencia estratigráfica, de finales de época púnica a la actualidad.
Capilla cuadrangular
Adosada al extremo este de la Universidad, al pie de la torre de la Catedral, se conserva la que podría ser la antigua “Capilla de los Joans”, documentada entre 1539 y 1601. Pérez Cabrero la describe como una pequeña capilla de arquitectura barroca. Pero, desde 1907 no conserva ningún rasgo de su primitiva naturaleza, ya que el espacio fue adecuado como despacho de administración y dirección. Posee una gran ventana balconera, con sillares de marés que da a la plaza, que podría, corresponder a la entrada original. En la fachada posterior, se advierte una ventana tapiada.
En 1967, su superficie se vació para dar cabida a la escalera, que conecta la Universidad con el corredor del baluarte de Santa Tecla. Entre 1991 y 1995, se abrió una puerta en su muro oriental, evitando así una circulación de reflujo en el recorrido del museo.
Baluarte de Santa Tecla
Baluarte de planta pentagonal alargada, y dotado de casamatas para artillería en ambos flancos, formó parte del primer proyecto de fortificación abaluartada de la ciudad. En 1554 el príncipe Felipe decide implantar un sistema defensivo moderno, tipo italiano, definido por una estructura de lienzos de muralla con baluartes pentagonales en los ángulos principales. El diseño, de Giovanni Battista Calvi, inicialmente constaba de seis baluartes. Las obras empiezan en 1555, priorizando la construcción de los bastiones y empezando por los del flanco meridional: San Bernardo y San Jorge. Su construcción no se terminó hasta inicios del siglo siguiente.
En su interior, un largo túnel, permite la entrada desde el exterior por su lado noroeste y está cubierto con bóveda de cañón, con piedras dispuestas a sardinel en el sentido de la galería y muros de mampostería ordinaria y mortero de cal. Al final de este se accede a una casamata parcialmente cubierta por un porche definido por dos bóvedas elípticas. El corredor termina en un tramo de escaleras modernas, que conduce a dos salas interiores. La más grande está cubierta con una bóveda rebajada sin llegar a completar su geometría. Desde allí, otra escalera permite acceder a dos pequeñas salas cubiertas con bóvedas rebajadas, separadas por un arco, desde donde se accede a la plataforma superior.
El primitivo Museo (1903-1966)
Durante sesenta años, el museo constó únicamente de dos salas que albergaban la exposición permanente, un almacén y un despacho de dirección. La exposición, con criterios propios de la época, era una densa exhibición de objetos. Durante ese tiempo no sufrió reformas ni alteraciones. Sin embargo, desde los años veinte, el Museo se reveló insuficiente para albergar sus colecciones.
Por ello, su director, Carlos Román Ferrer, propuso levantar uno nuevo en terrenos de la necrópolis del Puig des Molins, propiedad de su familia. Por diversas circunstancias, este proyecto no llegó a realizarse hasta 1966, momento en que se hizo patente que el nuevo edificio tampoco tenía las dimensiones necesarias. Por ello, se dedicó la nueva construcción a museo monográfico de la necrópolis, mientras que el museo de Dalt Vila se mantenía como museo general, mostrando los materiales del resto de yacimientos de Ibiza y Formentera.
La reforma del 1966
Para habilitar el viejo museo a las nuevas necesidades, en 1966, siendo su directora Mª Josefa Almagro, se emprendió una importante reforma, que también afectaría al baluarte de Santa Tecla y a la Casa de la Curia. Según el proyecto, de Antonio Alomar, el museo se denominaría “Museo de Ibiza” y constaría de tres secciones: Arqueología, Arte Medieval y Etnología.
Las reformas arquitectónicas se concentraron en la casa de la Curia, cuya parte inferior albergó durante varios años la donación de Rafael Sainz de la Cuesta y posteriormente, tras el traslado al mueso monográfico de esta colección, se convertirá en salas de exposiciones temporales, de la que el Museo carecía. Otra parte del inmueble se convirtió en un pequeño almacén del Museo. También se iniciaron los trabajos de conexión del Museo con el baluarte de Santa Tecla, mediante una escalera construida en el despacho de dirección al añadir el baluarte, dotándolo de un nuevo acceso en el centro de la plataforma exterior, clausurándose el acceso lateral a las casamatas. Por razones que desconocemos, únicamente se acometió la obra civil, quedando pendiente la reforma museográfica y el montaje del baluarte de Santa Tecla, cuya ejecución fue aprobada en 1974.
La reforma de 1974-1979
En 1974 se aprobó la reforma del museo y del baluarte de Santa Tecla bajo la dirección de Luis Cervera que consistió en dejar los muros exteriores del primitivo Museo en piedra vista, remozar parcialmente los interiores; tapar algunos de los boquetes abiertos en los muros para empotrar vitrinas; sustitución de pavimentos e instalación del nuevo montaje museológico que fue inaugurado el 3 de febrero de 1979.
Desde esa fecha, ha primado el planteamiento historicista en la exposición permanente, pretendiendo dar una visión de la historia de las Pitiusas a lo largo de los distintos períodos y de sus manifestaciones materiales. Estas obras significaron un notable incremento de espacio, pero evidenciaron que el Museo adolecía de graves problemas de recorrido (largas escaleras, desniveles y deficientes condiciones ambientales); carecía de aseos, y seguía sufriendo falta de espacio expositivo.
En 1983, ante los problemas de filtraciones de las galerías del Baluarte, el Ministerio de Cultura acometió obras de reparación en el primitivo acceso a las casamatas, impermeabilizando todo el sector. Al mismo tiempo, se realizaron distintas reparaciones interiores, mejorando la instalación eléctrica y sustituyendo vitrinas, que se unificaron a las existentes con marcos de acero inoxidable.
En este período, se confirmó la necesidad de hallar un nuevo emplazamiento al que trasladar el Museo, que permitiera la exposición de sus materiales con la dignidad que merecen. Por ello, se establecieron contactos con las diferentes administraciones, para hallar un solar o edificio apropiado.
La reforma del 1990-1995
En 1990, mientras se buscaba nueva sede, se realizó una nueva intervención de mejora de las instalaciones dirigida por los arquitectos Xavier Pallejà y Salvador Roig que contemplaba una revisión del recorrido y la dotación de aseos. Por ello, en 1992 el museo cerró para acometer una reforma que hiciese posible que la instalación de servicios públicos, de los que hasta entonces había carecido.
El proyecto consistió en la construcción de unos baños bajo la arcada de la casamata occidental del baluarte. Posteriormente, se consideró necesario renovar algunos elementos (nuevos pavimentos, vitrinas, iluminación y una instalación que permitiese contemplar los restos del subsuelo localizados en 1992). El museo, con sus instalaciones mejoradas y un nuevo montaje, reabrió sus puertas el 17 de enero de 1995. A pesar de ello, importantes problemas han pervivido hasta la actualidad: recorrido tortuoso, largas escaleras que dificultan la accesibilidad, escasez de espacio expositivo, ausencia de condiciones adecuadas de conservación, filtraciones de humedad, etc.
Con motivo de la inauguración del nuevo montaje, se decidió cambiar el nombre oficial del Museo, que a partir de ese momento será de Ibiza y Formentera, para ajustar su nomenclatura a la realidad de las colecciones, que incluyen también materiales de la Pitiüsa menor.